No eres para mí,
mi mirada,
cansada y triste amurallada ante el miedo corrosivo que me atrapa,
mi egocéntrica maldad, me hace desear un beso, un susurro de aliento emotivo,
un abrazo, un compañero.
No eres tú el que vino del cielo,
el cielo,
al que quizá vayamos algún dí, tan lejos de ser tocado cuando me miras, desafiante,
unas horas más de sueño, me alejan de esta agonía, te olvidaste de mis ojos,
y mis ojos, ya no olvidan.
Jessica P.R.