Desde una falsa fachada de benevolencia y en un contexto de desinformación total, la industria farmacéutica utiliza la ignorancia y el deseo de bienestar del ciudadano para convertir la sanidad en un temerario negocio de descomunales proporciones.
El control de la salud física y mental de la población, así como en control de la demografía mundial encuentran en la industria de la salud y la alimentación medios perfectos de trabajo.
En tiempos en los que la injusticia impera, un intento por llegar a una concienciacón personal y pública se vuelve imprescindible.
Esta es una lucha abierta por la desmantelación de las mentiras institucionalizadas que nos afectan a todos, día a día.
La permisividad de los órganos de poder frente a la situación actual dejan en evidencia que es la enfermedad y no la salud la condición por la que realmente apuesta aquellos que han venido decidiendo sobre nuestro futuro.
La historia y el tiempo han supuesto una evidencia contundente que refleja la soledad del pueblo frente a una élite dominante ausente de escrúpulos. Solo somos nosotros, el pueblo, los únicos capaces de detener la muerte, el abuso y el engaño, para conseguir así construir entre todos un futuro en el que por primera vez la humanidad este por encima del negocio.
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